domingo, 15 de mayo de 2016

Gran Solemnidad de Pentecostés

Hoy brilla el sol de forma espectacular y las montañas vestidas de un verde deslumbrante  nos anuncian la ternura de Dios que es la venida del Espíritu Santo. Como monja cisterciense os comparto un testimonio de un ermitaño de Oriente: Serafín de Sarov. Dice así:

Era jueves. El cielo estaba gris; la tierra estaba cubierta de nieve y seguían cayendo voluminosos copos de nieve cuando el padre Serafín comenzó la conversación en un descampado cercano a su "pequeña ermita".

"El Señor me ha revelado -empezó el gran stárets- que desde la infancia deseas conocer cuál es el fin de la vida cristiana... El verdadero fin de la vida cristiana es la adquisición del Espíritu Santo de Dios..." "¿Cómo "adquisición"? -le pregunté al padre Serafín-. No comprendo del todo..." Entonces el padre Serafín me cogió por los hombros y me dijo: "Ambos estamos en la plenitud del Espíritu Santo. ¿Por qué no me miras?". "No puedo, padre. Hay lámparas que brillan en sus ojos, su rostro se ha vuelto más luminoso que el sol. Me duelen los ojos". "No tengas miedo, amigo de Dios; también tú te has vuelto luminoso como yo. También ahora tú estás en la plenitud del Espíritu Santo; de lo contrario no habrías podido verme".


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