jueves, 27 de septiembre de 2018

Dias grises...


Me preguntaba, a qué doy más valor en mi vida, a esos momentos que quiero retener, como son un abrazo dado con todo el cariño y apoyo; una sonrisa que te transmite paz; un paseo que relaja el alma y el cuerpo; una conversación con alguien que te conforta… momentos que cogerías la cámara y los fotografiaría para retenerlos porque son ideales, preciosos, bellos, confortantes, perfectos. Pero, la cuestión es que también sería capaz de coger con la cámara y fotografiar esas horas grises, en las que se llenan con relaciones que atormentan; proyectos que se han quedado en el limbo y se han convertido en fracasos…

La realidad es que esos momentos grises cotidianos lleno de rutina son los que van formando nuestro día a día. Entonces, por qué no amarlos. Pero amar no es solo tolerar, ni tan si quiera asumir porque no queda otro remedio…

Hay una sabiduría que me gustaría aprender, y es aprender a valorar las horas grises.

Si sólo fantaseo con las fotos perfectas, ideales sería irrealista, porque en todas las vidas hay batallas pero si no las exponemos, lo que hacemos es terminar ocultándolas. Y al ocultarlo en exceso, a veces terminamos creyendo que no existen.

Todos sabemos que todas, absolutamente todas las personas tienen sus propias batallas y sus días cálidos. Pero el interrogante es, no solo lo sabemos sino que lo comprendemos a nivel profundo?

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Imágenes de niña a adulta...

Estos días estoy leyendo un libro de Francesc Torralba, “Y a pesar de todo, creer”. Su claridad en la exposición hace que se pueda leer de paseo, en intervalos. Me ayuda a reflexionar sobre mi propia fe. Hoy con la liturgia de la palabra me ha venido a la mente fragmentos de este libro del que os digo.
Dice San Pablo: “Cuando era niño hablaba como niño, ahora que soy mayor…” Esta frase de Pablo y las palabras de F. Torralba me llevan a preguntarme por qué creo, a quién creo, qué imagen tengo de Dios. Es examinar mi propia vida, el modo de obrar y actuar, de hablar a la luz de la Palabra.
Es obvio que por razones culturales y educativas tengo forjada una imagen de Dios. A lo largo de los años esta representación mental varía y se transforma, de tal modo que va a adquirir dimensiones y expresiones nuevas. Es inevitable, yo y todos cambiamos queramos o no. La imagen infantil que de niña elaboré con mi mente poco tiene que ver con la imagen que tengo ahora de adulta. La clave está en ir deshaciéndome de esas imágenes periódicas, de esas imágenes mentales, para poder auscultar al Dios que está más allá de toda representación mental.


sábado, 8 de septiembre de 2018

Busca la gracia de mano de María...


Tú y yo lo único que necesitamos es gracia. Ella, la Virgen María, felizmente, fue llena de gracia delante de Dios. Esta Virgen prudente no busca sabiduría como Salomón, ni riquezas, nI honor, ni grandezas, sino gracia. Y nuestra salvación depende exclusivamente de la gracia.

Entonces, ¿para qué codiciar cosas y mas cosas? Busca tú que lees este blog la gracia, y busquémosla por María. Dice Bernardo de Claraval: “María encuentra siempre lo que busca y jamás decepciona. Busquemos la gracia pero la gracia de Dios; pues el favor de los hombres es falaz. Que otros se dediquen a acumular méritos: nuestro afán sea hallar gracia. ¿No estamos aquí por pura gracia? Por la misericordia de Dios no estamos aniquilados. ¿Qué somos nosotros? Podemos sentirnos débiles… Mas, entra dentro de ti, hermano, y ved cómo donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia.

María no quiere títulos, busca solamente la gracia. Tanto se fía de la gracia, sin presumir de sí misma, que se intimida ante el saludo del ángel. María se pregunta qué significa aquel saludo. Se cree indigna, pero se fía de la gracia. Fiémonos nosotros de la gracia. Gracia que es DIOS TE AMA.


jueves, 6 de septiembre de 2018

Seguimos en el curso...

Después de este tiempo de silencio os comparto que se sigue realizando el curso de formación de postulantes y novicias de la Orden. En este curso se está trabajando un tema muy importante para nosotras Cistercienses y es una introducción al Carisma Cisterciense. En nuestro carisma hay una herramienta muy importante es la Lectio Divina. Esta abre la puerta a mi carisma y a mi misma vida cristiana. Así que tú como hombre o mujer cristiano te invito a hacerla.

Toda la espiritualidad cisterciense y medieval está elaborada desde la lectio divina como interpretación de la Escritura según la doctrina del sentido espiritual y sus aspectos. La lectio divina es al mismo tiempo inteligencia de la fe e itinerario espiritual. El proceso de la lectura va acorde con el proceso de maduración espiritual del lector. A medida que el alma se va configurando con la Escritura y va ordenando en sí el amor, se va asemejando más a Cristo, al Verbo o Palabra divina, de la cual es imagen. Cada lector alcanza una inteligencia de la Palabra proporcionada al nivel que en su madurez espiritual haya alcanzado.

San Bernardo y otros autores contraponen el libro material de la Biblia al “libro de la experiencia”. El primero es leído con los ojos carnales del cuerpo, el segundo con el corazón transformado por la gracia. Lectio divina y crecimiento espiritual crecen y progresan juntos, e igualmente culminan juntos como una pareja inseparable: así como la lectura “carnal” se realiza desde una conciencia carnal, ligada a lo sensible, la contemplación se opera en una conciencia enteramente espiritual y divinizada. No hay progreso en la lectio sin transformación o maduración espiritual del lector. Ambas cosas van unidas.


Leer, meditar y orar son los componentes básicos de la lectio divina. La lectura no es un simple leer.


Meditar la Escritura era repetir incesantemente los textos sagrados a media voz, especialmente los Salmos, con el fin de aprenderlos de memoria, por un lado para la liturgia, y por otro con vistas a la búsqueda de la oración continua, la lucha contra los pensamientos y la distracción. Esta repetición continua de los textos debía hacerse, no de modo mecánico, sino al modo como los animales rumian su alimento: como una manducación lenta y pausada de la Palabra, para una correcta digestión o interiorización de la misma.


La meditación no es un ejercicio independiente de la lectura, nace de ella. Puede realizarse durante el tiempo mismo de la lectio o en otros momentos, como su prolongación, recomienda Guillermo. Lectura, meditación y oración forman un todo dinámico, no está sujeto a reglas. Con todo, hay una cierta jerarquización, como un antiguo autor cisterciense: “Buena es la lectura, mejor la meditación; pero la oración es óptima”



En suma, vemos cómo en Císter, la lectio divina no es una simple práctica de meditar u orar a partir de la Biblia, sino un camino de fe a partir de la interiorización del misterio de la Escritura, que abarca toda la vida espiritual, desde el hombre animal al hombre divinizado. De ahí que la Escritura esté en el corazón de la Espiritualidad cisterciense, y del monacato cristiano en general


¿Qué son los encuentros monásticos?...

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