sábado, 24 de febrero de 2018

Lugares cuaresmales...

En este itinerario cuaresmal que estamos viviendo se nos presentan lugares, que son pistas para seguir este camino hacia la Pascua.

En la primera semana se nos invitaba a ir al DESIERTO. Este lugar solitario e inhóspito donde no hay ruidos, pero si hay lucha, se pasa sed; éste tiene que ser el lugar preferido del monje. Es en esa soledad donde se puede orar y se puede llegar a interiorizar los sentimientos. Hoy se busca a cualquier precio y de cualquier forma llegar a la unificación, a la paz, a la quietud; pero buscamos en el lugar menos indicado. La búsqueda de lo auténtico te impulsa al desierto y te hunde ahí para que tomes fuerzas de nuevo: ahí es donde, como en un crisol, se forma el hombre interior. No es posible conocerse uno así mismo sin un cierto retorno al desierto.

El desierto es ese lugar de paso. El Espíritu nos empuja en este tiempo, pero nos devuelve transfigurados, así les pasó a los monjes primitivos como Antonio.

Este lugar es donde te puedes conocer a ti mismo, descubrir tu identidad.

Esta semana que viene será el MONTE. Este lugar tan significativo para la Escritura, donde se ora. Subamos a la montaña y encontrémonos con Jesús cara a cara, transfigurado y nuestra vida será también transfigurada.

En nuestro monte oramos y en esta oración descubrimos quién es realmente Jesús para nosotros.

Nuestro Padre San Bernardo nos dice para este tiempo de preparación para la Pascua, la misión de un pastor es vigilar a sus ovejas en varios aspectos; y entre ellos está la oración. Vigilar en la oración por sus continuas tentaciones, para que no se encoja de miedo.

Te invito a pasar del DESIERTO en el que descubres quién eres tú, al MONTE donde descubres en la oración quién es Jesús.



jueves, 15 de febrero de 2018

El camino de los pensamientos...

En este tiempo que hemos comenzado de cuaresma, la liturgia sale a nuestro encuentro para prepararnos a gozar de la Pascua. Hoy se nos presentan dos caminos, tengo que escoger. El elegir un camino u otro es una realidad vital, continuamente estamos eligiendo, sea lo que sea y como sea; pero, hoy podemos detenernos a pensar qué camino suelo escoger habitualmente, para ello nos podemos preguntar:

¿Qué es para mí la vida?
¿A quién sigo?
¿A quien escucho?
¿A quién amo?
¿A quién sigo?
Se concluyen estas preguntas con esta otra: ¿Dónde es encuentran mis pensamientos?

El pensamiento muchas veces nos define, es una buena brújula para saber qué busco en la vida y hacia dónde quiero ir. Como monja cisterciense os quiero presentar las clases de pensamientos que San Bernardo de Claraval nos dice:

. Los primeros pensamientos son los completamente ociosos e inútiles y que no viene al caso. El alma puede rechazarlos o admitirlos fácilmente, si vive dentro de sí misma y en presencia del Dueño de todo el mundo. Estos son lodo; un simple lodo que no se pega ni huele mal, a no ser que permanezca mucho tiempo en nosotros, y por nuestra desidia y negligencia se convierta en otra clase de pensamientos, como lo experimentamos diariamente.
-Los otros pensamientos son los más violentos y persistentes; están relacionados con las necesidades de nuestra naturaleza y brotan casi del mismo barro del que estamos hechos nosotros. Si les damos entrada muy difícil y doloroso volverlos a expulsar. ¡Cuántas veces nos absorbe de tal modo el  pensamiento de la comida, vestido, cosas que a penas lo podemos arrancar de nuestro corazón! Estos son un barro pegajoso y repugnante.
-La tercer clase de pensamiento son tan deshonestos y repugnantes como es la envidia, la vanagloria y otros vicios detestables. Estos hay que evitarlos como si fueran el estiércol más inmundo y repelente.

¿Qué pensamientos te habitan? 

martes, 13 de febrero de 2018

Cuaresma del corazón...


Debemos observar los movimientos de nuestro propio corazón. Unos nos son más fáciles de detectar y otros nos cuestan más percibirlos. Cuando somos conscientes de esos movimientos que nos cuestan percibir solemos tener la actitud de huir, de evadirnos y buscar cosas exteriores que no nos dejen escuchar, sentir esos movimientos. Entonces el corazón se nos endurece. Esa dureza de corazón que se resiste a transformarse. Dios no quiere un corazón cerrado, le quiere libre, universal. Dios quiere la conversión de los hombres, porque esta conversión es tener un corazón libre, universal. Pero a veces nos resistimos a aceptar que nuestro corazón se abra, se ablande, sea libre.
¿Tenemos el corazón endurecido?
En este tiempo de cuaresma se nos invita a ser sinceros con nosotros mismos y ver ¿cómo está mi corazón? ¿huyo del corazón, me decido a divagar en el exterior? O ¿le escucho y reboso de dicha y bienestar?

miércoles, 7 de febrero de 2018

Formación...

Os comparto como se está trabajando en este curso de formación.
En este tiempo de formación de postulantes y novicias están trabajando un tema muy importante para nuestra vida monástica Cisterciense que es la Regla de San Benito. Un hombre del siglo V-VI que nos presenta un estilo de vida muy humano. 
Este tema se trabaja con los sentidos, porque ellos son  nuestra ventana al mundo. Gracias a nuestros ojos, orejas, boca,... podemos contactar con la realidad que nos rodea y con nosotros mismos. Por eso deben estar muy presentes en el estudio de nuestro temario, veremos que predominará uno en cada bloque, eso no quiere decir que los demás estén excluidos. Únicamente se manifiesta la hegemonía de uno de ellos y que nos servirá para agudizar nuestros sentidos.
De tal forma que en el  bloque A del temario, contextualización y vida de San Benito, reinarán los OJOS, cuando expongamos después el método epistemológico se comprenderá, (mirar).
En el bloque B, la Regla de San Benito, quedará simbolizado con las OREJAS (escuchar).
El bloque C, actualización de la regla, lo visualizaremos con la BOCA (dialogar)
En conclusión, necesitamos ojos para mirar a San Benito, orejas para escuchar la Regla y boca para dialogar con ella.



Método epistemológico o del conocimiento: MIRAR, ESCUCHAR Y DIALOGAR.

Una cuestión que os tendríais que plantear es la siguiente: ¿Cómo quiero conocer lo que aquí se me va explicar? Ante el conocimiento hay dos cuestiones inevitables. La primera que hace referencia al contenido, ¿Qué quiero conocer? Es decir la vida y la regla de San Benito y las repercusiones que pueda tener en nuestras vidas, y ¿cómo quiero conocer la vida y la regla? ¿Con qué método? ¿Con qué actitudes?
Yo os vuelvo a proponer que sería interesante y muy constructivo conocer la vida y la regla desde tres pasos progresivos y complementarios. Primeramente, mirar al otro. Aquí el otro es San Benito. Esa mirada tiene que ser cariñosa, cercana, comprensiva e inquieta. Una vez que lo hemos reconocido y le hemos dado existencia con nuestra mirada, escuchamos lo que esa persona ha pensado, sentido, vivido y reflexionado, como es la Regla. San Benito no escribe la Regla desde la indiferencia. Lo que en ella aparece es un mensaje  escrito para ser escuchado y asimilado, para ser recibido por nosotros. La escucha, es dejar que el otro y su mensaje entre en nuestro interior, le hagamos morada en nosotros, dejemos una estancia para él y lo que  nos quiere transmitir.
Mirar al otro, escuchar al otro son los pasos previos de todo diálogo. El dialogo es el encuentro  entre dos personas que comparten su logos, es decir, su palabra razonada, así se traduce, logos. Lo que San Benito nos comunica y lo que nosotros podemos responderle. El verdadero dialogo siempre ha dado muy buenos frutos. Ha servido para enriquecerse mutuamente, para conocerse y para amarse. También para perdonarse.

¿Qué sucede a veces? Que no nos miramos con ternura sino inquisitoriamente, que no nos escuchamos y por lo tanto el siguiente paso que debería ser el dialogo no se produce sino que la carencia de la escucha mutua nos lleva a monólogos. Aparentemente son diálogos pero en la realidad son monólogos (palabras para uno solo que no buscan la comunicación ni desembocan en una interactuación, es decir, son personas que se hablan sin escucharse) ¿Cuántas veces nos sucede eso?

¿Qué son los encuentros monásticos?...

¿Qué son los encuentros monásticos?...