jueves, 26 de enero de 2017

Nuestros S. S. P.P. Fundadores: Permanecer en el amor...

Hoy celebramos la Solemnidad de Nuestros Santos Padres: Roberto, Alberico y Esteban. Estos hombres vivieron en plenitud ese texto de San Juan: Permanecer en el amor. Nosotras hoy nos preguntamos: ¿Cómo podemos permanecer en el amor? La respuesta está en un apotegma:

Un hermano preguntó a un anciano: "Si me vienen dificultades en un lugar donde no tengo a nadie a quien acudir para descubrirle mi tentación, ¿qué debo hacer?". El anciano le respondió: "Fíate de Dios, que él enviará su ángel y su gracia. Él mismo será tu consuelo si lo pides con amor". Y añadió: "He oído que en Scita ocurrió algo de esto. Había allí un monje que padecía continuas tentaciones. Y como no tenía cerca ninguna persona que le inspirase confianza para abrirse a ella, una tarde preparó su melota para marcharse. Pero esa misma noche se le presentó la gracia de Dios bajo la forma de una doncella que le decía: "No te vayas. Quédate aquí conmigo. No te sucederá ningún mal de todo eso que has oído". El monje creyó en estas palabras, permaneció allí y al punto quedó curado su corazón.

Nos enseñan que estos son formas de expresar que el amor es el único motor de la existencia. Esto es muy interesante. Creo que solo somos felices y estamos en paz cuando nuestro corazón se abre al amor.

Pero, ¿puede ser que en un monasterio se tengan oportunidades de dar y recibir amor? Hoy día la psicología dice que un abrazo de veintidós segundos estimula la producción de oxitocina, la hormona asociada a los sentimientos de amor, conexión y seguridad. En cambio en esos abrazos rapidín el cerebro ni se entera. Eso, seguro.

Hay que tener en cuenta que donde vaya tu atención, allá va tu energía. Esa es la clave de la vida monástica, de recibir y dar amor. Si tu atención es amorosa tus actos también lo serán. Pero ciertamente necesitamos cultivar ese espacio interior de amor y seguridad para poder expresarlo.

¿Cómo, cómo, cómo?

Recreando aquello que fácilmente nos conduce a la experiencia del amor. Un ejemplo, puedes cerrar los ojos, respirar hondo y recordar a alguien con quien sientas verdadera conexión o pertenencia, alguien por quien te sientes cuidada y amada, segura y en casa.

Es curioso, yo como monja cisterciense, me viene a la mente personas que están en mi vida pero también otras que han fallecido ya, como una hermana de mi comunidad.

Estupendo, si te decides a hacerlo, lo importante es lo que esas personas te evocan. Pueden ser miembros de la comunidad, como es mi caso, o amigos íntimos o gente de tu familia. Pero perfectamente puedes sentir esa pertenencia con personas que te suscitan amor reverencial, como mucho que lo profesan por la madre Teresa de Calcuta o por Gandhi y, en mi caso, por San Bernardo de Claraval. Lo importante es que te inspiren esos sentimientos de amor y seguridad.




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