" Si la vida espiritual es una vida en la que esperamos, ¿cómo podemos esperar? Esperar es antes que nada esperar juntos.
Uno de los pasajes más bellos de la Escritura es el de la visitación de María a Isabel. ¿Qué sucede cuando María recibe las palabras de la promesa? Se pone en camino a casa de Isabel. Algo le estaba pasando a Isabel, lo mismo que a María. ¿Cómo podrían vivirlo hasta el final? Se me antoja el encuentro de estas dos mujeres muy importante, porque Isabel y María se encontraron ayudando una la espera de la otra. La visita de María hizo más consciente a Isabel de lo que estaba esperando. El niño suscitó su alegría. María confirmó la espera de Isabel. Entones Isabel dijo a María: "Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Y María responde: "Proclama mi alma la grandeza del Señor". Rebosa exultante de gozo. Estas dos mujeres se han creado recíprocamente el espacio para esperar. Se han confirmado mutuamente de que algo estaba pasando que merecía la pena esperar.
Aquí tenemos un modelo de la comunidad cristiana. Es una comunidad de apoyo mutuo, de celebración y proclamación, de crecimiento de lo comenzado en nosotros. La visita de María a Isabel es una de las expresiones más hermosas de lo que significa formar comunidad, estar juntos, reunidos en torno a una promesa, proclamando lo que acontece en nosotros ".
H.J.M. Nouwen
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