lunes, 1 de febrero de 2016

Débora nos habla...

Vivimos en la cultura del rendimiento, la productividad y la eficacia. La sociedad actual nos empuja con fuerza hacia el trabajo, la actividad y el rendimiento que ya no se puede percibir hasta qué punto nos empobrecemos cuando todo se reduce a trabajar y ser eficaces.

De hecho, esta situación actual de agobio y tensión, está conduciendo a un deterioro de las relaciones. Relaciones con el mundo, la creación y con las otras personas.

La persona necesita aprender a estar en la vida no solo desde la eficacia, sino desde la sorpresa de Dios; el agradecimiento y la alabanza.

En esta situación, la vida monástica puede ofrecer algo.

Débora una joven de 24 años que es postulante y participa en el encuentro que se está celebrando en Toledo, nos comparte una de sus experiencias en este tiempo de formación:

" Ayer, en el paseo que tuvimos por la tarde, al regresa al monasterio, nos alumbró una puesta de sol. En realidad no podría explicar bien, fue algo sorprendente, porque entre las nubes grises y el paisaje opaco del lado derecho, en el centro estaba iluminando el sol con unos rayos que no dañaban la vista, sino que se podía apreciar muy bien el contraste de los colores del cielo y el sol.

Es algo curioso, entre el frio del invierno que ya está pasando poco a poco en estas tierras toledanas, el Señor me dio el regalo de una puesta de sol a media tarde, y provocó en mí un sentimiento de alegría. Reflexionando un poco veía que a pesar de que yo en algún momento me encuentre mal, o tenga mis días difíciles, Él siempre estará allí. Algunas veces más radiante y seré consciente de estos rayos; otras estarán los rayos del sol, pero no me doy cuenta que están allí, porque tengo las nubes grises que no me dejan ver, pero no debo olvidar que Él siempre está... conmigo. Pase lo que pase, no importa si hace frío, calor, esté lloviendo, etc, siempre esta dispuesto a darme una mano o dejarme ver lo maravilloso que son los rayos del sol.

Me impresiona, cómo actúa y se manifiesta por medio de la naturaleza. Es cuestión que yo me detenga y observe las cosas que a simple vista son insignificantes pero si las reflexionas y ves todo lo que contiene, te impresiona, porque ves con otros ojos. Descubro al ver lo cotidiano, que Dios lo ha creado, todo esto me recuerdan las páginas del Génesis, que dice: "Y vio Dios que todo era muy bueno". Además, escucho como por medio de la naturaleza hace que cambie mi estado de humor. Por ejemplo: si todo el día había estado sin sonreír, esa puesta de sol, hizo que sonriera y prácticamente cambió mi actitud. Es decir, me llenó de positividad.

Con esta experiencia he aprendido algo: quiero dejarme sorprender por el Señor, no dando todo por hecho, sino ver los detalles que el Señor tiene conmigo y que muchas veces se esconden en lo cotidiano, en el día a día. Depende de mí, cambiar mi actitud para poder ver las maravillas que hace el Señor. Pues no sólo lo hace con la naturaleza, sino que también lo está haciendo conmigo. Porque hay cosas que yo no haría si no es porque Él me da la fuerza para continuar, y es algo que me ayuda a ver que no soy yo quien lo hace, sino que Dios se vale de muchas cosas, para mostrarme su amor y su misericordia.

Lo más importantes es: DEJARME SORPRENDER POR ÉL."












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¿Qué son los encuentros monásticos?...

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