Os comparto como se está trabajando en este curso de formación.
En este tiempo de formación de postulantes y novicias están trabajando un tema muy importante para nuestra vida monástica Cisterciense que es la Regla de San Benito. Un hombre del siglo V-VI que nos presenta un estilo de vida muy humano.
Este tema se trabaja con los sentidos, porque ellos son nuestra ventana al mundo. Gracias a nuestros
ojos, orejas, boca,... podemos contactar con la realidad que nos rodea y con
nosotros mismos. Por eso deben estar muy presentes en el estudio de nuestro
temario, veremos que predominará uno en cada bloque, eso no quiere decir que
los demás estén excluidos. Únicamente se manifiesta la hegemonía de uno de
ellos y que nos servirá para agudizar nuestros sentidos.
De tal forma que en el bloque A del temario, contextualización y
vida de San Benito, reinarán los OJOS, cuando expongamos después el
método epistemológico se comprenderá, (mirar).
En el bloque B, la Regla de San Benito,
quedará simbolizado con las OREJAS (escuchar).
El bloque C, actualización de la regla, lo
visualizaremos con la BOCA (dialogar)
En conclusión, necesitamos ojos para mirar
a San Benito, orejas para escuchar la Regla y boca para dialogar con ella.
Método epistemológico o del
conocimiento: MIRAR, ESCUCHAR Y DIALOGAR.
Una cuestión que os tendríais que plantear
es la siguiente: ¿Cómo quiero conocer lo que aquí se me va explicar? Ante el
conocimiento hay dos cuestiones inevitables. La primera que hace referencia al
contenido, ¿Qué quiero conocer? Es decir la vida y la regla de San Benito y las
repercusiones que pueda tener en nuestras vidas, y ¿cómo quiero conocer la vida
y la regla? ¿Con qué método? ¿Con qué actitudes?
Yo os vuelvo a proponer que sería
interesante y muy constructivo conocer la vida y la regla desde tres pasos
progresivos y complementarios. Primeramente, mirar al otro. Aquí el otro es San
Benito. Esa mirada tiene que ser cariñosa, cercana, comprensiva e inquieta. Una
vez que lo hemos reconocido y le hemos dado existencia con nuestra mirada,
escuchamos lo que esa persona ha pensado, sentido, vivido y reflexionado, como
es la Regla. San Benito no escribe la Regla desde la indiferencia. Lo que en
ella aparece es un mensaje escrito para
ser escuchado y asimilado, para ser recibido por nosotros. La escucha, es dejar
que el otro y su mensaje entre en nuestro interior, le hagamos morada en nosotros,
dejemos una estancia para él y lo que
nos quiere transmitir.
Mirar al otro, escuchar al otro son los
pasos previos de todo diálogo. El dialogo es el encuentro entre dos personas que comparten su logos, es
decir, su palabra razonada, así se traduce, logos. Lo que San Benito nos
comunica y lo que nosotros podemos responderle. El verdadero dialogo siempre ha
dado muy buenos frutos. Ha servido para enriquecerse mutuamente, para conocerse
y para amarse. También para perdonarse.
¿Qué sucede a veces? Que no nos miramos con
ternura sino inquisitoriamente, que no nos escuchamos y por lo tanto el
siguiente paso que debería ser el dialogo no se produce sino que la carencia de
la escucha mutua nos lleva a monólogos. Aparentemente son diálogos pero en la
realidad son monólogos (palabras para uno solo que no buscan la comunicación ni
desembocan en una interactuación, es decir, son personas que se hablan sin
escucharse) ¿Cuántas veces nos sucede eso?
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