Celebramos el día de la Presentación del Señor, una fiesta llena de vida para nosotras como monjas cistercienses.
Hoy hemos llevado en la procesión unos cirios encendidos y me venía a la mente la pregunta que se hacía Guerrico de Igny, ¿Quién habrá que al llevar hoy el cirio encendido en sus manos no recuerde al instante a aquel bienaventurado anciano que al recibir hoy en sus brazos a Jesús, el Verbo en la carne como luz en la cera, afirmaba ser aquél la luz que había de iluminar a todas las gentes? En verdad también él era una antorcha ardiente y resplandeciente que daba testimonio de la luz y para esto había venido al templo guiado por el Espíritu Santo del que estaba lleno: para recibir tu misericordia, oh Dios, en medio de tu templo y proclamar que aquél era la misericordia y la luz de tu pueblo.
Realmente tú y yo, como ese anciano apacible, llevamos la luz no sólo en nuestros brazos, sino también en los sentidos.
Te invito a contemplar el cirio que resplandece en las manos de Simeón: encendamos también nosotros los cirios tomando la luz de él, quiero decir, las antorchas que manda el Señor tengáis en vuestras manos. Acércate a él y seremos iluminados, De este modo no seremos simples portadores de antorchas, sino que nosotros seremos antorchas que brillarán dentro y fuera, para vosotros y para vuestro prójimo. Ten, pues, una antorcha en el corazón, en la mano, en la boca. En el corazón, la antorcha brilla para nosotros mismos; en la mano y en la boca, brilla para el prójimo.
¡¡¡Coge el cirio en esta fiesta de la Presentación del Señor e ilumina tu corazón e ilumina a tu alrededor!!!
miércoles, 31 de enero de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿Qué son los encuentros monásticos?...
-
Nada más entrar en el monasterio tu mirada se detiene en este cuadro al final del pasillo. La pintura te atrae; cuanto más te acercas...
-
TE COMPARTO QUE AHORA NOS PUEDES SEGUIR EN ESTA PÁGINA WEB, NO DEJES DE SEGUIRNOS, PORQUE EN ELLA TE VAMOS A COMPARTIR MUCHAS MAS COSAS DE Q...
-
Tratemos de ponernos en la piel de Pedro, a quien Jesús interpela tan triste y amorosamente: «¡Simón, Simón!». Lucas, pues, no nos presen...
No hay comentarios:
Publicar un comentario