En este tiempo que hemos comenzado de cuaresma, la liturgia sale a nuestro encuentro para prepararnos a gozar de la Pascua. Hoy se nos presentan dos caminos, tengo que escoger. El elegir un camino u otro es una realidad vital, continuamente estamos eligiendo, sea lo que sea y como sea; pero, hoy podemos detenernos a pensar qué camino suelo escoger habitualmente, para ello nos podemos preguntar:
¿Qué es para mí la vida?
¿A quién sigo?
¿A quien escucho?
¿A quién amo?
¿A quién sigo?
Se concluyen estas preguntas con esta otra: ¿Dónde es encuentran mis pensamientos?
El pensamiento muchas veces nos define, es una buena brújula para saber qué busco en la vida y hacia dónde quiero ir. Como monja cisterciense os quiero presentar las clases de pensamientos que San Bernardo de Claraval nos dice:
. Los primeros pensamientos son los completamente ociosos e inútiles y que no viene al caso. El alma puede rechazarlos o admitirlos fácilmente, si vive dentro de sí misma y en presencia del Dueño de todo el mundo. Estos son lodo; un simple lodo que no se pega ni huele mal, a no ser que permanezca mucho tiempo en nosotros, y por nuestra desidia y negligencia se convierta en otra clase de pensamientos, como lo experimentamos diariamente.
-Los otros pensamientos son los más violentos y persistentes; están relacionados con las necesidades de nuestra naturaleza y brotan casi del mismo barro del que estamos hechos nosotros. Si les damos entrada muy difícil y doloroso volverlos a expulsar. ¡Cuántas veces nos absorbe de tal modo el pensamiento de la comida, vestido, cosas que a penas lo podemos arrancar de nuestro corazón! Estos son un barro pegajoso y repugnante.
-La tercer clase de pensamiento son tan deshonestos y repugnantes como es la envidia, la vanagloria y otros vicios detestables. Estos hay que evitarlos como si fueran el estiércol más inmundo y repelente.
¿Qué pensamientos te habitan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario