Me preguntaba, a qué doy más
valor en mi vida, a esos momentos que quiero retener, como son un abrazo dado
con todo el cariño y apoyo; una sonrisa que te transmite paz; un paseo que
relaja el alma y el cuerpo; una conversación con alguien que te conforta…
momentos que cogerías la cámara y los fotografiaría para retenerlos porque son
ideales, preciosos, bellos, confortantes, perfectos. Pero, la cuestión es que también
sería capaz de coger con la cámara y fotografiar esas horas grises, en las que
se llenan con relaciones que atormentan; proyectos que se han quedado en el
limbo y se han convertido en fracasos…
La realidad es que esos momentos
grises cotidianos lleno de rutina son los que van formando nuestro día a día.
Entonces, por qué no amarlos. Pero amar no es solo tolerar, ni tan si quiera
asumir porque no queda otro remedio…
Hay una sabiduría que me gustaría
aprender, y es aprender a valorar las horas grises.
Si sólo fantaseo con las fotos
perfectas, ideales sería irrealista, porque en todas las vidas hay batallas
pero si no las exponemos, lo que hacemos es terminar ocultándolas. Y al
ocultarlo en exceso, a veces terminamos creyendo que no existen.
Todos sabemos que todas,
absolutamente todas las personas tienen sus propias batallas y sus días cálidos.
Pero el interrogante es, no solo lo sabemos sino que lo comprendemos a nivel
profundo?
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