En esta solemnidad de la Epifanía encontramos una fuerte conexión con la muerte y la Resurrección de Jesús:
La fe tiene unos ojos de lince, como bien dice San Bernardo. Conoce al Hijo de Dios al verle mamando. Lo conoce colgado del madero, lo conoce muriendo. Lo conoce el ladrón en el patíbulo, y los Magos en el establo; aquél, sujeto con clavos; éstos, envuelto en pañales. El centurión conoció la vida en la muerte. Los magos, la fuerza de Dios en la debilidad de un cuerpo tierno. El centurión, el Espíritu supremo a punto de expiar.
Los Magos conocieron la Palabra de Dios en la infancia, pues lo que el ladrón y el centurión confiesan de boca, éstos lo confiesan con sus regalos. El ladrón lo reconoce Rey; éstos lo confiesan con sus regalos. El ladrón lo reconoce Rey; el centurión, Hijo de Dios y hombre. Esto mismo lo simbolizan los tres regalos de los Magos, a diferencia de que en el incienso se significa no ya el Hijo de Dios, sino Dios mismo.
¿Tú cómo conoces a Jesús?
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