Hoy hemos comenzado lo que en la liturgia se denomina: "Tiempo ordinario". Es un tiempo muy especial porque nos ayuda a descubrir que todo sin excepción puede ser una aventura. Dar un paseo puede ser una aventura. Hacer la cama, lavar los platos, ir a la compra, los quehaceres comunes...: todo son aventuras cotidianas extraordinarias.
Lo que mata al hombre es la rutina; por el contrario lo que salva es la creatividad, la capacidad para vislumbrar y rescatar la novedad..
lunes, 21 de mayo de 2018
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