Tratemos
de ponernos en la piel de Pedro, a quien Jesús interpela tan triste y
amorosamente: «¡Simón, Simón!». Lucas, pues, no nos presenta los aspectos más
negativos de la presunción de Pedro. Pedro es objeto del reproche amoroso de
Jesús: «Pedro, no comprendes la situación real, te equivocas, no entiendes lo
que sucede a tu alrededor: estás tan seguro de ti, de tu capacidad de hacer
algo por mí, que casi te consideras tú como mi benefactor, como mi salvador.
Fíjate, Pedro, en que he sido yo quien ha rogado por ti, que eres tú quien
tiene necesidad de mi oración. Tu fe está en peligro, y yo he orado por ti para
que puedas ayudar a los otros, pero sólo cuando al fin te hayas convencido». Es
un ejemplo de delicadeza, porque lo que quiere decir es que Pedro se encuentra
al borde del abismo, al límite, y que, creyendo estar ayudando a Jesús a llevar
la cruz, es él quien está a punto de irse al traste. Y Pedro responde con
bellísimas palabras: «Señor, contigo al fin del mundo». ¿Podríamos pensar en
algo más hermoso que esto?
QUIERO FELICITAR A LOS SACERDOTES. HOY ES VUESTRO DÍA.
Un recuerdo especial a aquel que pone su servicio, su tiempo, su vida para cuidar el alma de quien está detrás de estas letras. VA LA ORACIÓN POR VOSOTROS.
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