lunes, 29 de agosto de 2016

Día de la dedicación de la Iglesia...

Ayer celebrábamos el día de la dedicación de nuestra Iglesia.

Desde estas huellas os queremos dejar un bello pensamiento de Gregorio Magno. Él se consideró un segundo Job y nosotras como él somos otro Job. Dice Gregorio Magno:


" Por eso, el santo Job, como miembro que es de la Iglesia, habla también en su nombre diciendo: lo que antes mi alma no quería tocar, por la necesidad se ha convertido ahora en mi alimento, porque el pueblo gentil, una vez convertido, arde en ansias de amor y siente hambre del alimento de la Escritura que antes despreciaba en su soberbia".

jueves, 25 de agosto de 2016

Encontrarse con una misma... ¿Dónde, cómo, cuándo?...

Al principio de este mes os compartía sobre la soledad. Nos quedamos con la pregunto que hacía la M. Marie a Rosalia: ¿has experimentado que la soledad haya sido beneficiosa para ti?
Nos responde, Rosalía: - Al principio no. Me abrumaba el pensamiento de perder a mi familia o a mis amigos, e incluso la imposibilidad de hacer nuevos amigos por el hecho de estar en un monasterio de clausura. Más adelante fui reconociendo que sin soledad, la soledad de mi celda, no podía progresar. Los conflictos que iban apareciendo necesitaban de mí una nueva perspectiva: la del silencio. Yo sola en mi celda, sentada en el banquito de madera y preguntándome en honesta intimidad por los verdaderos motivos de tal o cual malestar.

Poco a poco fui descubriendo las causas, las necesidades encubiertas que no estaba sabiendo gestionar, cuestioné mis miedos, los abracé y supe, al ofrecerles mi atención, que era todo lo que necesitaban para desaparecer.

Esta sabiduría de Rosalía es la degustación de la verdad de los padres del desierto que dicen: "Vete y siéntate en tu celda; y tu celda te lo enseñará todo".

Pero, la experiencia de Rosalía no termina ahí:

La soledad sirve para darte cuenta de que la soledad no existe.

Preguntamos a Rosalía: - ¿Qué significa esto?

- No sé explicarlo. A veces me siento unida a todo y al mismo tiempo estoy sola. Al contrario, he vivido muchas veces lo que significa estar acompañada e interiormente muy sola. Una vez me hablaron de un ermitaño de Montserrat. Él decía que no estaba solo por el hecho de vivir en una cueva en medio de la montaña. Sentía plenitud, y la plenitud es incompatible con el sentimiento de soledad.

- Entonces, hay un sentimiento de soledad que es negativo y hay una soledad física que no nos lleva a sentirnos aislados, sino en comunión- ¿Es eso?

- Sí, y lo curioso es que la soledad física no la queremos porque pensamos que nos conduce directamente al doloroso sentimiento de separación. Y creo que no es así.


lunes, 22 de agosto de 2016

El desierto...

Como monja cisterciense os comparto una reflexión sobre el desierto:

" El desierto puede ser mortal,
podría pensarse que se creó para
luchar contra la vida.
Sin embargo, esconde un secreto en su interior.
Como el corazón de todas las personas ".

domingo, 14 de agosto de 2016

Final del V encuentro...

Ayer se concluía el V encuentro de novicias y postulantes en el monasterio Cisterciense de Monte Sión - Toledo -. Os dejamos una foto del grupo y unas de aquellos paseos matutinos.






viernes, 5 de agosto de 2016

Algo que nos puede ayudar en la vida...

Deseo compartiros una de nuestras máximas de la vida monástica: la soledad. Lo realizaré basándome en los diálogos que tenía Rosalía con la M. Marie:

Escribir sobre la soledad en la era de las redes sociales, nosotras seguimos con nuestra cantinela.

- Sí, es algo difícil de entender, pero la soledad no es aislacionismo, sino un medio para conectar con el propio corazón y, de ahí, con el de todo ser humano. En la Edad Media, el monasterio era un jardín cerrado, una fuente sellada, el lugar para la intimidad con una misma. Necesitamos la soledad de la mente y del espíritu. Para San Bernardo, estar solo es no pensar en torpezas, evitar toda discusión y no recordar las injurias.

Dice Rosalía: - Pues yo voy en un vagón del metro en hora punta.

- Rosalía, sé muy bien que no es así. Anda, déjame que te cuente un relato del monacato primitivo.

- ¡Eso sí que me suena sensato!

- Dice así:

"Tres amigos, llenos de celo, se hicieron monjes. Uno de ellos eligió reconciliar a los que tenían pleitos, según lo ue está escrito: "Bienaventurados los que buscan la paz" (Mateo 59). El segundo se propuso visitar a los enfermos. El tercero se fue a poner en práctica la contemplación en la soledad. El primero agotándose en medio de los pleitos de los hombres, no podía pacificar a todos. Desalentado, se fue donde estaba el que ayudaba a los enfermos, y lo encontró también desanimado, incapaz de cumplir el madamiento divino. De común acuerdo, fueron al encuentro del que se había retirado al desierto, le contaron sus tribulaciones y le rogaron que les diijer a qué situación había llegado. Este se quedó un momento en silencio, y llenando una copa de agua, les dijo: "Mirad este agua"; estaba turbia. Y poco después añadió: "Mirad ahora cómo se ha vuelto transparente". Se inclinaron sobre el agua y vieron en ella su rostro como un espejo. Y les dijo: "Esto sucede al que mora en medio de los hombres: el desorden no le permite ver sus pecados, pero si recurre a la contemplación, sobre todo e el desierto, descubrirá sus pecados".

- ¿Buscamos la soledad para conocer nuestros pecados? Qué amargaíllos somos los cristianos... 

- Para conocerse a uno mismo hace fala coraje. El pecado no es más que una distorsión de nuestro verdadero yo, que es amor incondicional. Todo egocentrismo, todo lo que nos aleja de nuestra vida esencial, es lo que llamamos pecado. Puedes cambiarle el nombre si este te resulta apabullante, pero la realidad significada no cambia. Tenemos un ego y ese ego siempre quiere más y más. Si no logramos desenmascarar sus estrategias, dominará nuestra vida, y no podremos ser verdaderamente libres. La soledad hace transparente la visión interior.

- No sé si tiene algo que ver, pero me recuerda a lo que el profeta Rumi dice de que nuestra tarea no es buscar amor, sino buscar y encontrar dentro de nosotros todas las barreras que hemos construido en contra de él.

- Sí, es perfectamente aplicable a este caso. ¿Dónde hemos de buscar? Dentro de nosotras. La soledad es una ayuda porque impide que sigamos proyectando en los demás lo que no queremos reconocer en nosotras.

- Madre, ha habido casos de personas que se han retirado a la soledad y que no son monjes. Estoy pensando en Henry David Thoreau, el escritor norteamericano. Dice así:

" Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme solo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, y para no descubrir, cuando tuviera que morir, que no había vivido".

Me ha impresionado. ¡La soledad es un medio para aprender a vivir! Las palabras de Thoreau me llegan más que las del monje del vaso de agua, con todos los respetos.

- Perfecto, Rosalía, y es normal. Los primero monjes eran seres muy rudos y utilizan un lenguaje áspero. No te quedes en lo exterior, profundiza. En este tiempo, ¿has experimentado que la soledad haya sido beneficiosa para ti?

RESPONDEREMOS EN OTRA HUELLA...

Ermita que se encuentra en Monte Sión - Toledo-




¿Qué son los encuentros monásticos?...

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