El desierto es el lugar de silencios, de preguntas, de la búsqueda de Dios. ¿Buscamos a Dios en el lugar de lo cotidiano? o ¿lo das por supuesto? ¿cómo y dónde lo buscas?
Hoy vemos que el desierto es también lugar de tentación. El desierto es la vida y la tentación es la prueba. La vida nos pone a prueba, a veces nos tiende trampas. Cuántas veces hemos podido experimentar esto. ¿Eres capaz de poner nombre a esas trampas que frenan, paralizan y bloquean?
Jesús después de ser tentado, va a anunciar la Buena Noticia. ¿Tú y yo somos capaces de poner nombre y luego ir a anunciar el Reino de Dios? Es una buena oportunidad en este tiempo de fiesta cuaresmal, descubrir la novedad del evangelio en la vida del día a día.
¡Habla con Jesús de tu desierto!
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