martes, 16 de febrero de 2016

La oración...

Hace unos pocos días ha estado entre nosotras -Toledo-, la Hna. Juliana, una ermitaña cisterciense. Tuvimos un breve encuentro con ella. En este encuentro la formulé mi inquietud de saber ¿cómo, una mujer que había llevado 25 años de vida cisterciense y 33 - me parece- de ermitaña, oraba? Me miró y me dijo con una profunda simplicidad, sin "ruido". Vivo en la oración de Jesús, la hago en plural y en gratitud, como dice Pablo: "Dad gracias a Dios por todo, aún en  las incomprensiones y críticas...".

Fueron muy pocas las palabras, pero contenían todo: la oración de Jesús; la acción de gracias.

Tú, que estás leyendo este blog te preguntarás ¿qué es esa oración: la oración de Jesús?

Te respondo, ahora seguido, en qué consiste pero la clave se encuentra en entrar en ella porque no te va a dejar y ahí la vamos a entender.

Esta oración consiste en una continua invocación del Nombre de Jesús, y por eso se llama así. El nombre quiere decir lo mismo que la Persona misma. El Nombre se Jesús, salva, cura, aleja y vence a los espíritus impuros, purifica el corazón.

Fundamentalmente consiste en repetir incesantemente esta fórmula "Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mi, que soy un pecador" (cf. Lc 18,38). Ella la hace en plural. Las palabras de la fórmula pueden variar, pero se recomiendan siempre atenerse a una fija y breve.

Hay dos puntos claves en esta oración: - La respiración sirve de soporte y de símbolo espiritual a la oración; - el corazón: es conveniente buscar el silencio del espíritu, vitar todos los pensamientos, incluidos los que parecen buenos, y fijar la atención al corazón. Ahí en lo secreto, en lo mas profundo de ti mismo, en tu aposento. Por eso, esta oración de Jesús también se la llama oración del corazón.

Es un legado de los monjes antiguos. Te invito a entrar en esta oración. Si deseas saber más escríbenos.


lunes, 15 de febrero de 2016

¿Dónde te encuentras?...

Muchas veces en la vida, ante cuestiones que tenemos que resolver deseamos conclusiones inmediatas. Tener explicaciones para todo. Y se nos olvida que es el Espíritu Santo quien actúa. Hoy podemos dejar por unos minutos nuestra actitud mecánica, analítica... y dejemos con palabras de San Ignacio: " sentir y gustar de las cosas internamente".

"Un poco más... sentir"

Esto es orar... "sentir y gustar un poco más..." es la relación entre el hombre y el Hijo del hombre.

C. Mª Martini nos invita a ver cual es nuestro puesto en esta escena del evangelio de Mt 25,31-46, que hoy la liturgia nos presenta:

* Situarnos fuera: Nos podemos decir: ¿Quiénes son los pobres, quiénes son las gentes, qué quiere decirnos Jesús, qué quiere decir la expresión "No te conocimos"? Podemos permanecer ahí indefinidamente, debatiendo sobre la parábola en sí misma.

* O bien podemos meternos dentro: "Señor, ¿dónde tengo que estar?

- Me pongo en la posición del pobre y doy gracias, porque no necesito hacer que los otros me acepten, ni imponerme; es el Señor quien defiende mi causa, quien me sostiene.

- O bien puedo incluirme entre los justos y doy gracias porque el Señor, me concede vivir mi vida sirviendo a los hermanos, en una relación real contigo.

- O entre quienes no comprenden: "Señor, explícame cuándo no te vi". Puede que aquí nos veamos sumergidos muchas veces, cuando nos cerramos extrañamente, de un modo insensato, a las necesidades concretas y reales de la situación en que vivimos.

Encontrémonos donde nos encontremos, esta parábola trata del significado de toda nuestra vida, del significado del mundo: no se trata de añadir sólo un poco más de aroma a nuestro vino viejo, sino de ver realmente si el odre está bien, si hace falta uno nuevo, o si es necesario también vino completamente nuevo.





sábado, 13 de febrero de 2016

La vida, desierto, tentación...

El desierto es el lugar de silencios, de preguntas, de la búsqueda de Dios. ¿Buscamos a Dios en el lugar de lo cotidiano? o ¿lo das por supuesto? ¿cómo y dónde lo buscas?

Hoy vemos que el desierto es también lugar de tentación. El desierto es la vida y la tentación es la prueba. La vida nos pone a prueba, a veces nos tiende trampas. Cuántas veces hemos podido experimentar esto. ¿Eres capaz de poner nombre a esas trampas que frenan, paralizan y bloquean? 

Jesús después de ser tentado, va a anunciar la Buena Noticia. ¿Tú y yo somos capaces de poner nombre y luego ir a anunciar el Reino de Dios? Es una buena oportunidad en este tiempo de fiesta cuaresmal, descubrir la novedad del evangelio en la vida del día a día.



¡Habla con Jesús de tu desierto!

viernes, 12 de febrero de 2016

Revolucionario: una boda en cuaresma...

Estamos en el tiempo de cuaresma. Nos puede evocar la penitencia, la renuncia, la ascesis, la dureza, la seriedad, la tristeza...

Si leemos el evangelio de hoy: Mt 9,14-17´, Jesús pone patas arriba nuestras ideas cuaresmales. Nos habla de boda, fiesta, vino, alegría... Con la actividad y mensaje, Jesús introduce una novedad revolucionaria en tu propia vida, si lo acogemos. Es curioso que pone en cuestión tradiciones y costumbres. ¿Eres consciente de que vivimos en un tiempo de novedad? ¿Qué costumbres religiosas, sociales, etc..., hemos de revisar. Yo, como monja y tú como laico?

Igual nuestro concepto de ayuno está distorsionado y tenemos que volver a la boda, a la novedad del evangelio. Porque lo importante no es el ayuno es Jesús, el novio.




¡¡¡ESTAS INVITADO A UNA BODA EN CUARESMA!!!

lunes, 1 de febrero de 2016

Débora nos habla...

Vivimos en la cultura del rendimiento, la productividad y la eficacia. La sociedad actual nos empuja con fuerza hacia el trabajo, la actividad y el rendimiento que ya no se puede percibir hasta qué punto nos empobrecemos cuando todo se reduce a trabajar y ser eficaces.

De hecho, esta situación actual de agobio y tensión, está conduciendo a un deterioro de las relaciones. Relaciones con el mundo, la creación y con las otras personas.

La persona necesita aprender a estar en la vida no solo desde la eficacia, sino desde la sorpresa de Dios; el agradecimiento y la alabanza.

En esta situación, la vida monástica puede ofrecer algo.

Débora una joven de 24 años que es postulante y participa en el encuentro que se está celebrando en Toledo, nos comparte una de sus experiencias en este tiempo de formación:

" Ayer, en el paseo que tuvimos por la tarde, al regresa al monasterio, nos alumbró una puesta de sol. En realidad no podría explicar bien, fue algo sorprendente, porque entre las nubes grises y el paisaje opaco del lado derecho, en el centro estaba iluminando el sol con unos rayos que no dañaban la vista, sino que se podía apreciar muy bien el contraste de los colores del cielo y el sol.

Es algo curioso, entre el frio del invierno que ya está pasando poco a poco en estas tierras toledanas, el Señor me dio el regalo de una puesta de sol a media tarde, y provocó en mí un sentimiento de alegría. Reflexionando un poco veía que a pesar de que yo en algún momento me encuentre mal, o tenga mis días difíciles, Él siempre estará allí. Algunas veces más radiante y seré consciente de estos rayos; otras estarán los rayos del sol, pero no me doy cuenta que están allí, porque tengo las nubes grises que no me dejan ver, pero no debo olvidar que Él siempre está... conmigo. Pase lo que pase, no importa si hace frío, calor, esté lloviendo, etc, siempre esta dispuesto a darme una mano o dejarme ver lo maravilloso que son los rayos del sol.

Me impresiona, cómo actúa y se manifiesta por medio de la naturaleza. Es cuestión que yo me detenga y observe las cosas que a simple vista son insignificantes pero si las reflexionas y ves todo lo que contiene, te impresiona, porque ves con otros ojos. Descubro al ver lo cotidiano, que Dios lo ha creado, todo esto me recuerdan las páginas del Génesis, que dice: "Y vio Dios que todo era muy bueno". Además, escucho como por medio de la naturaleza hace que cambie mi estado de humor. Por ejemplo: si todo el día había estado sin sonreír, esa puesta de sol, hizo que sonriera y prácticamente cambió mi actitud. Es decir, me llenó de positividad.

Con esta experiencia he aprendido algo: quiero dejarme sorprender por el Señor, no dando todo por hecho, sino ver los detalles que el Señor tiene conmigo y que muchas veces se esconden en lo cotidiano, en el día a día. Depende de mí, cambiar mi actitud para poder ver las maravillas que hace el Señor. Pues no sólo lo hace con la naturaleza, sino que también lo está haciendo conmigo. Porque hay cosas que yo no haría si no es porque Él me da la fuerza para continuar, y es algo que me ayuda a ver que no soy yo quien lo hace, sino que Dios se vale de muchas cosas, para mostrarme su amor y su misericordia.

Lo más importantes es: DEJARME SORPRENDER POR ÉL."












¿Qué son los encuentros monásticos?...

¿Qué son los encuentros monásticos?...