Hace unos pocos días ha estado entre nosotras -Toledo-, la Hna. Juliana, una ermitaña cisterciense. Tuvimos un breve encuentro con ella. En este encuentro la formulé mi inquietud de saber ¿cómo, una mujer que había llevado 25 años de vida cisterciense y 33 - me parece- de ermitaña, oraba? Me miró y me dijo con una profunda simplicidad, sin "ruido". Vivo en la oración de Jesús, la hago en plural y en gratitud, como dice Pablo: "Dad gracias a Dios por todo, aún en las incomprensiones y críticas...".
Fueron muy pocas las palabras, pero contenían todo: la oración de Jesús; la acción de gracias.
Tú, que estás leyendo este blog te preguntarás ¿qué es esa oración: la oración de Jesús?
Te respondo, ahora seguido, en qué consiste pero la clave se encuentra en entrar en ella porque no te va a dejar y ahí la vamos a entender.
Esta oración consiste en una continua invocación del Nombre de Jesús, y por eso se llama así. El nombre quiere decir lo mismo que la Persona misma. El Nombre se Jesús, salva, cura, aleja y vence a los espíritus impuros, purifica el corazón.
Fundamentalmente consiste en repetir incesantemente esta fórmula "Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mi, que soy un pecador" (cf. Lc 18,38). Ella la hace en plural. Las palabras de la fórmula pueden variar, pero se recomiendan siempre atenerse a una fija y breve.
Hay dos puntos claves en esta oración: - La respiración sirve de soporte y de símbolo espiritual a la oración; - el corazón: es conveniente buscar el silencio del espíritu, vitar todos los pensamientos, incluidos los que parecen buenos, y fijar la atención al corazón. Ahí en lo secreto, en lo mas profundo de ti mismo, en tu aposento. Por eso, esta oración de Jesús también se la llama oración del corazón.