Te deseo que el nombre de Jesús habite en tú corazón, eche raíces en él y lo inunde de ternura; en la oración, susurra este nombre y lo será todo para ti.
Si leemos a San Bernardo, uno de los impulsores de nuestra Orden, veremos cómo el nombre de Jesús se encontraba ya en el centro de la oración. Esto enlaza con la tradición monástica de Oriente y de Occidente, invocar amorosamente el nombre de Jesús, uniéndolo a la oración del ciego Bartimeo de la Palabra que hoy se nos regala.
DISFRUTA ESTE DÍA CON EL RESPIRAR DEL NOMBRE DE JESÚS.
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