miércoles, 27 de diciembre de 2017

Un grito...

Es tiempo de tener los ojos abiertos. Suelta esas tensiones que a lo largo del camino se te han incrustado en el cuerpo, en el alma. Hoy se oye un grito, ese grito resuena profundamente en tu vida y en tus alrededores. Dios viene a habitar tu tierra que grita desconsolada.

Conecta con tu noche, con esas tinieblas. Y ahí en silencio date un tiempo para escuchar el grito, la noche y ahí en tu propia verdad, abre bien los ojos, respira y serénate.

¿Te gustaría ver al Señor cara a cara, aun en la noche? Aquí se encuentra la verdadera felicidad. Se oye un grito que quiere ser escuchado.

¿Encontrarse con el Señor cara a cara en mi verdad es mi gozo? ¿Dónde me encuentro con el Señor cara a cara y al verle creo en Él? Sin nada que tapar, a rostro descubierto con Él, mirar a Jesús niño cara a cara sin descansar en pensamientos, imágenes, conceptos, ideas que te entretienen. Mira a Jesús cara a cara y cree en Él que te hace ver tu propia verdad, tu propia realidad sin asustarse, sin molestarle.

Pon nombre, rostro a esos gritos, esas situaciones límites que se desmoronan a tu alrededor, los sufrimientos, las preguntas sin respuestas, las angustias que esperan hoy urgentemente ser consoladas.

Hoy presenta tus noches, tus días tristes y de bochorno, que son tus gritos porque el Dios de la Vida sale a tu encuentro y lo hace desde la pobreza de un NIÑO.




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