Aun en este tiempo de verano en que lo prioritario parecen ser las vacaciones, ese tiempo para "no hacer nada" o "hacer lo que te venga en gana", esto no siempre es así, por eso quiero compartirte sobre el trabajo en nuestra vida monástica.
Puede que tú que estés leyendo esta huella te encuentres en la playa, en la montaña o en el pueblo descansando. Sería bueno que tengas presente esta huella cuando vuelvas de esos días de descanso.
La vida benedictina, cisterciense es ese equilibrio entre oración y trabajo, a veces esto puede costar un poquito. San Benito dice en su regla que los hermanos trabajarán desde la hora tercia a la hora nona en la tarea que se les asigne. Y sigue: "A primera señal de la hora nona dejará cada uno su quehacer, y estará a punto para cuando suene la segunda señal". Eso significa que si tú estás colgando un cuadro, a punto de colocar el clavo en la pared, y suena la campana anunciando que ha terminado el tiempo de trabajo, dejarás suavemente clavo, martillo y cuadro y te largas a cambiarte para bajar a la capilla sin sensación de derrota. En el mundo que existe allende los muros del monasterio esto es impensable. Se nos piden resultados, obras, hechos, cosa que nos halaga poder mostrar y que nos inunda de culpa y vergüenza cuando hemos sido incapaces de cumplir. Aquí las claves son otras. Se trabaja con holganza.
¿Cómo es tu trabajo?
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